Es importante la intervención a nivel psicológico en un
campo donde sólo la atención al cuerpo puede no ser suficiente para mejorar la
vida de una persona.
Los cambios físicos progresivos a raíz de un evento de salud
(hereditario, congénito o por traumatismo y enfermedad), generan una
imposibilidad o discapacidad en el funcionamiento normal de la persona. Esta
tiende a experimentar cambios en el estado emocional, asociados a un malestar
general y, como consecuencia, una serie de reacciones psicológicas que pueden
influir en el estatus funcional y de bienestar físico, independientemente de la
gravedad de la enfermedad. Este hecho afecta de manera importante todas las
dimensiones que conforman la vida del sujeto (personal, familiar, social y
laboral) e influye de manera determinante en el avance o retroceso de la
rehabilitación física.
Es en este sentido donde radica la importancia de explorar
las reacciones psicológicas y emocionales que podrían estar influyendo tanto en
la etiología de la enfermedad como en su persistencia y/o degradación. Tales
reacciones tienen incidencia, como se ha dicho, en el proceso general de
rehabilitación del paciente y en su bienestar general.
En muchos casos no sólo el paciente requiere de atención
psicológica, sino también sus familiares, pues estos van experimentar una serie
de cambios en todas las áreas. También los familiares influyen de forma
importante en todo el proceso de la rehabilitación, por lo que es necesario
trabajar con ellos, asesorarlos y en algunos casos darles también atención
clínica.
La preparación psicológica del terapeuta debe estar basada
en el conocimiento de las características físicas y psicológica del paciente,
siempre con un sentido profundo de persuasión de orientación, tratando de
interactuar con su manera de pensar, de actuar y con su comportamiento ante su
discapacidad, todo esto le permitirá diagnosticar con exactitud su estado
psicosocial y en correspondencia con esto podrá trazar la metodología a seguir
para el logro de sus objetivos.
La relación del fisiatra con el paciente debe ser de camaradería, de
amistad, con un lenguaje agradable y ameno, debe existir buena empatía, debe
tener buenas relaciones con su familia y su entorno, debe ser claro y preciso
en los planteamientos, debe ser sondeador, debe crear hábitos y conductas
saludables en cuanto a horarios, realización de ejercicios y posturas a tener en
cuenta ante situaciones en el orden terapéutico y familiar.
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